5.7 La universidad de la vida

5.7 La universidad de la vida

Capítulo publicado el 27/7/2022 por Enric Caumons Gou (@caumons)
  • 4 min de lectura

Creo que las personas tenemos la capacidad o el potencial de desarrollar un cierto nivel de habilidades personales. Esta capacidad puede ser mayor o menor dependiendo de cada persona y podrá variar en función de los hábitos y habilidades que vayamos adquiriendo a lo largo de nuestra vida. No obstante, hay un factor limitador muy importante: el tiempo, ya que mientras estamos aprendiendo o mejorando una habilidad A, dejamos de poder aprender una habilidad B en ese mismo momento, es decir, hay un coste de oportunidad. Podríamos clasificar las habilidades personales en cuatro grandes bloques:

  • Habilidades básicas: las podríamos definir como las capacidades y hábitos fundamentales y necesarios para sabernos manejar en la vida y poder ser autosuficientes. Por ejemplo, cuidar tu salud, cuidar tu alimentación, hacer ejercicio, cuidar tu higiene personal, ser puntual, saber disfrutar, etc. Por supuesto, también es de vital importancia una buena higiene mental, es decir, mantener una actitud positiva centrada en la búsqueda de soluciones.
  • Habilidades familiares: tener una relación sana con tu familia, dicho con otras palabras, cuidar de los tuyos. Pasar tiempo con ellos, demostrarles que los quieres y no intentar suplir la falta de cariño con regalos.
  • Habilidades sociales: cuidar de tus amistades, hacerles saber que te acuerdas de ellos y que son importantes para ti, no dejarlos de lado y pasar tiempo con ellos. También podemos incluir en este bloque a la capacidad de relacionarnos e interactuar con otras personas de forma efectiva.
  • Habilidades laborales: formarte para poder progresar y no quedarte estancado en el pasado, tener ganas de superarte y crecer en tu trabajo.

Creo que es realmente difícil ser un auténtico crack en todos los tipos de habilidades, aunque no digo que sea imposible. No obstante, muchas veces nos centramos en un tipo de habilidades y nos olvidamos del resto, con lo cual, nuestras habilidades quedan descompensadas. Hay gente que se ha centrado tanto en su trabajo que no tiene amigos (solo compañeros de trabajo), su familia está totalmente desestructurada y a nivel personal es un auténtico desastre. Por el contrario, hay gente que se centra tanto en su familia que se olvida de sí misma, no cuida sus amistades y a nivel profesional es realmente mediocre. ¿Entiendes a lo que me refiero?

Por lo tanto, partiendo de la premisa de que tanto el tiempo como nuestro potencial de desarrollar habilidades son finitos (es obvio que no se puede saber de todo), creo que debemos encontrar el balance que nos vaya mejor a la hora de adquirir habilidades de los cuatro bloques mencionados. Aun así, podremos variar nuestro potencial en base a nuestras habilidades o hábitos, por ejemplo, una persona alcohólica va a reducir su capacidad para desarrollar nuevas habilidades, mientras que alguien que mejore sus habilidades personales de gestión del tiempo podrá aumentar su potencial para seguir creciendo como persona.

Por otro lado, tener el potencial de desarrollar habilidades no significa que vayamos a hacerlo, ¿cuánta gente conoces que son muy listos e inteligentes, pero han tenido una mala vida o son unos vagos y han desaprovechado su potencial? Esto nos puede recordar a la fábula de la liebre y la tortuga, es decir, puede llegar mucho más lejos el que se esfuerza para mejorar en los distintos aspectos de la vida que el que se confía demasiado y termina perdiéndose por el camino.

Por supuesto, dependiendo del momento de la vida en el que te encuentres y de tu forma de ser, darás más prioridad a un tipo de habilidades por encima de otras, según tus intereses o necesidades. Está claro que la necesidad crea la habilidad, por ejemplo, si vas a ser padre es lógico que priorices las habilidades familiares, en cambio, si vas a hacer un cambio de trabajo es muy probable que te centres más en tus habilidades laborales.

Tampoco me olvido de la gente con un talento o don innato que le permite aprender extremadamente rápido o realizar de forma natural tareas que normalmente requieren años de formación y práctica. Sería genial poder vivir de una habilidad especial, ¿verdad? Creo que todos tenemos algo que se nos da bien y debemos descubrirlo y potenciarlo. Por lo tanto, no estoy de acuerdo con la gente que dice que no sabe hacer nada. Tal y como dijo Galileo Galilei: «Nunca he encontrado una persona tan ignorante que no se pueda aprender algo de ella». No obstante, el hecho de tener facilidad para realizar ciertas tareas no significa que tengamos que olvidarnos del resto de ámbitos de la vida, ya que, si no, seremos un auténtico desastre en lo que no seamos unos genios.

Una vez vi en televisión a una persona que era capaz de interpretar códigos QR solo con mirarlos durante unos segundos. Sí, puede parecer una habilidad que no aporte nada porque existen multitud de aplicaciones que lo hacen por ti. No obstante, hay que ver el trasfondo, ya que una habilidad así implica tener una grandísima capacidad de cálculo y agilidad mental, lo cual puede suponer una muy buena ventaja en trabajos relacionados con las STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas).

Como no puede ser de otra manera, hay que respetar la individualidad de las personas, ya que todos somos únicos, tenemos distintas capacidades y reaccionamos de forma diferente ante las situaciones. Ten presente que nadie tiene la verdad absoluta, cada uno ve la realidad desde su prisma, su mapa, su modelo o como lo quieras llamar, y no te quepa la menor duda de que sus habilidades, vivencias y creencias influyen en ello.

Permíteme hacer un símil con el mundo del motor: usando el mismo tipo de carburante obtendremos resultados muy diferentes dependiendo del tipo de vehículo porque el consumo, la potencia, el par motor, los niveles de emisiones, etc., podrán variar enormemente entre ellos. Por ejemplo, si comparamos un coche utilitario y un deportivo, con cinco litros de gasolina el utilitario nos llevará mucho más lejos, pero más despacio, mientras que con el deportivo podremos ir mucho más rápido, pero no llegaremos tan lejos con la misma cantidad de combustible. Por lo tanto, volviendo a las personas, ante un mismo problema o contratiempo, unas sabrán superarlo mejor que otras gracias a las habilidades que hayan ido desarrollando a lo largo su vida: mientras unas se achantan ante las primeras dificultades, otras las afrontan pensando rápidamente cómo pueden remediarlas y pasan a la acción inmediatamente.

Lo que quiero decir con todo esto es que lo realmente malo es centrarse única y exclusivamente en algunos de los bloques de habilidades, dejando el resto de lado sin darles la importancia que merecen. Al final, como todo en la vida, en el término medio está la virtud.

Para acabar, imagina el caso en el que hay que elegir entre dos candidatos con un nivel de habilidades técnicas similar. Uno de ellos está compensado, mientras que el otro es quizás aún mejor técnicamente hablando, pero carece de las soft skills de las que he estado hablando. ¿Cuál de los dos elegirías? Yo lo tengo muy claro, ¿y tú?

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