3.3 Vivir para trabajar

3.3 Vivir para trabajar

Capítulo publicado el 25/4/2022 por Enric Caumons Gou (@caumons)
  • 4 min de lectura

¿Eres de los que viven para trabajar o de los que trabajan para vivir? Sin duda alguna, es muy importante que te guste tu trabajo, si no, lo menos malo que te puede pasar es que te acabes quemando. Piénsalo fríamente, de los días laborables, pasamos un tercio de las horas trabajando, esto sin contar el tiempo de desplazamiento para ir y volver del trabajo. Es decir, realmente pasamos más de un tercio del día trabajando.

Está muy bien que te guste tu trabajo y que te sientas realizado con lo que haces. No hay nada mejor que sentir que lo que haces es realmente útil y que ayuda a los demás. De hecho, dicen que «el trabajo dignifica al ser humano». Ahora bien, si tu vida gira única y exclusivamente alrededor del trabajo, entonces puedes tener problemas. Es decir, tan malo es que no te guste tu trabajo, como que te entregues en cuerpo y alma, no hagas nada más que pensar en él y no tengas tiempo libre. Es más, según mi opinión, uno de los peores casos es que a alguien no le guste su trabajo, pero no haga nada más que trabajar (normalmente por necesidad). Trabajar en exceso no es sano y el hecho de hacerlo puede ser debido a varios factores.

En primer lugar, hay gente que no es productiva, no se quita el trabajo de encima y hace jornadas laborables interminables, cuando realmente no sería necesario. Por ejemplo, si se organizaran mejor, supieran trabajar en equipo, delegaran y colaboraran más con sus compañeros, probablemente no tendrían que trabajar durante tantas horas. Aquí también podría incluirse el presentismo laboral o, lo que es lo mismo, calentar la silla durante muchas horas sin ser productivo.

En segundo lugar, están los que se encuentran literalmente sobrecargados de trabajo y, aunque sean las personas más productivas del mundo, no pueden asumir tales cargas de trabajo. No hacen nada más que echarle horas para poder sacar la faena adelante a toda costa. Muchas de estas personas son pequeños empresarios o autónomos que no se pueden permitir el lujo de contratar a nadie, pero tampoco pueden tener un «no» para sus clientes porque necesitan los ingresos.

En tercer lugar, hay las personas que se hinchan a hacer horas extra para poder ganar más dinero. Su objetivo es puramente económico. En algunos casos lo hacen por necesidad, por ejemplo, para pagar deudas, como una hipoteca o créditos personales. Sin embargo, en otros casos se trata de pura avaricia. Hacer horas extra bien remuneradas o trabajar días festivos bien pagados suele atraerles mucho y no tienen ningún problema en hacer todas las guardias posibles porque lo que quieren es cobrar todos los bonos y pluses posibles.

En cuarto lugar, están las personas que literalmente no saben hacer nada más en su vida que trabajar. Son personas que no tienen hobbies y si les preguntas qué les gusta hacer te dicen que les encanta su trabajo. Es más, probablemente sus amigos sean sus compañeros de trabajo. Estas personas lo pasan realmente mal cuando llega el momento de la jubilación porque entonces no saben qué hacer con su vida.

En quinto lugar, encontramos aquellos trabajadores que por alguna razón se ven obligados a hacer horas extras, en muchos casos no remuneradas. A veces es debido a que sus compañeros hacen largas jornadas laborales y ellos se resignan a seguirles la corriente por miedo al qué dirán, mientras que en otras ocasiones tienen miedo a perder su empleo.

Por último, pero no menos importante, están las personas a las que les aterran los cambios y, aunque podrían prosperar fácilmente y conseguir unas mejores condiciones a nivel laboral, les da un miedo terrible dar el paso y arriesgarse a cambiar de empleo. Con lo cual, seguirán en su puesto actual, aguantando todo lo que les echen, hasta que la situación que estén sufriendo les haga superar su umbral del dolor. Típicamente, esto ocurrirá cuando lo que estén soportando se convierta en algo peor que la angustia y el sufrimiento provocados por el mero hecho de pensar en el cambio.

En trabajos vocacionales como el desarrollo de software es más probable encontrar gente del cuarto grupo (workaholics). Estos, además de su trabajo habitual, hacen proyectos propios o para terceros, invierten mucho tiempo en formación, asisten a charlas para estar a la última, etc. Aun así, piensa que es muy importante disponer de tu propio tiempo para hacer las cosas que te gustan y que no sean trabajo. Por ejemplo, si te dan un día libre por el esfuerzo realizado para sacar a tiempo una nueva versión, pero te lo pasas trabajando porque no sabes qué hacer debido a que tu vida es tu trabajo, quizás haya llegado el momento de plantearte cambios importantes. Cuando de verdad comprendes que no has hecho otra cosa aparte de estudiar y trabajar te puedes llevar un gran chasco. Pero ojo, más vale darse cuenta tarde que nunca.

Así pues, en mi caso particular, hago proyectos personales, para otros y me formo en temas relacionados con la tecnología porque me gusta y no tengo intención de dejarlo. Sin embargo, también tengo mis momentos para poder realizar otras actividades que no están relacionadas con el trabajo, como salir a hacer rutas en moto o bici, o ver películas y series. Además, me gusta alternar entre la lectura de libros técnicos y otros que me aporten diferentes tipos de conocimientos que no sean puramente tecnológicos, como es el caso de libros de economía o de crecimiento y desarrollo personal.

Por supuesto, no hay que olvidarse de cuidar el cuerpo y la mente, recuerda la famosa cita: «Mens sana in corpore sano». Es de vital importancia seguir una dieta saludable, dormir lo suficiente y hacer ejercicio regularmente. En otras palabras, hay que evitar una vida sedentaria en la que te pases los días pegado a las pantallas. Asimismo, cultivar nuestra mente también es una tarea sumamente importante para lograr nuestro crecimiento personal y no solo profesional.

Vivir experiencias nuevas nos enriquece y nos aporta puntos de vista diferentes, que luego nos pueden ayudar a ser más creativos y eficientes sin darnos cuenta. Ver el mundo desde diferentes puntos de vista nos abre la mente. Vivir experiencias nuevas y aprender nuevas habilidades crea nuevas redes neuronales en el cerebro, que a la vez se interrelacionan con las preexistentes.

El hecho de aprender nuevas habilidades en áreas diferentes nos complementa. Aunque a priori nos pueda parecer que no hay relación alguna, muchas veces surge la magia cuando se nos ocurren soluciones a problemas de forma creativa, basándonos en técnicas que hemos aprendido en otros ámbitos.

¡Únete a la comunidad para no perderte nada!

¡Quiero unirme!

¿Qué te ha parecido este capítulo?

¡Compártelo!

¡Suscríbete al feed para estar al día cada vez que se publique un nuevo capítulo!

Comprar libro

${ commentsData.total }

Todavía no hay comentarios. ¡Sé el primero!

Inicia sesión para publicar, responder o reaccionar a los comentarios.

Esta web utiliza cookies. Si continúas usándola, asumiremos que estás de acuerdo.